- Calienta la leche: Vierte la leche en una cacerola y caliéntala a fuego medio. Remueve constantemente para evitar que se pegue en el fondo y se queme. Deja que la leche alcance una temperatura de aproximadamente 40-45 grados Celsius.
- Disuelve el cuajo: Mientras la leche se calienta, disuelve el sobre de cuajo líquido en un poco de agua fría, siguiendo las instrucciones del fabricante. Si utilizas cuajo en pastillas, sigue las instrucciones del paquete para saber cuántas pastillas necesitas para un litro de leche.
- Añade el cuajo a la leche: Cuando la leche haya alcanzado la temperatura adecuada, retírala del fuego y añade el cuajo disuelto. Remueve suavemente durante unos segundos para asegurarte de que el cuajo se mezcle bien con la leche.
- Deja reposar la mezcla: Cubre la cacerola con un paño limpio y deja reposar la mezcla durante aproximadamente 1 hora, o hasta que la leche se haya cuajado y adquiera una consistencia gelatinosa. Durante este tiempo, evita mover o agitar la cacerola para permitir que la cuajada se forme adecuadamente.
- Corta la cuajada: Una vez que la cuajada esté lista, utiliza un cuchillo limpio para cortarla en pequeños trozos. Puedes hacerlo en forma de cuadrados o de rombos, según tu preferencia.
- Espolvorea azúcar y canela: Espolvorea azúcar al gusto sobre la cuajada cortada. Si deseas, también puedes añadir un poco de canela en polvo para darle un toque aromático adicional.
- Enfriar y servir: Coloca la cuajada en recipientes individuales y déjala enfriar en el refrigerador durante al menos 2 horas, o hasta que esté bien fría. Una vez fría, ya estará lista para servir. Puedes disfrutarla tal cual o acompañarla con miel, mermelada o frutas frescas.
La cuajada de leche es un postre refrescante y delicioso, perfecto para disfrutar en cualquier época del año. ¡Espero que disfrutes de esta receta tradicional de Cantabria!
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