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Plaza del Ayuntamiento concurrida

Capítulo 1: El Crepúsculo de San Vicente

San Vicente de la Barquera, un tranquilo pueblo costero en el norte de España, era conocido por sus playas doradas y su encanto pintoresco. Sin embargo, tras el anochecer, una sombra se cernía sobre el lugar y la oscuridad revelaba su verdadera naturaleza. La leyenda decía que cada cien años, durante una noche eterna, las fuerzas sobrenaturales se desatarían y sumirían a San Vicente en el abismo del terror.

Carolina Ruiz, una joven historiadora con una fascinación por las historias de horror, se había visto intrigada por los cuentos oscuros que rodeaban a San Vicente de la Barquera. Decidida a desentrañar la verdad detrás de la leyenda de la Noche Eterna, se instaló en el viejo faro del pueblo y comenzó a investigar.

Una vez que el sol se ocultó en el horizonte, las calles de San Vicente se sumieron en una oscuridad profunda. Las luces de las farolas se volvieron tenues y titilantes, y un viento frío y siniestro susurraba entre los callejones desiertos. Carolina salió a la calle, equipada con su libreta de notas y una linterna, adentrándose en la negrura envolvente.

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Plaza del Ayuntamiento concurrida

A medida que exploraba las calles sombrías, una sensación de malestar la invadió. El aire estaba cargado de una energía ominosa, y su intuición le advertía que no estaba sola. El sonido distante de susurros y risas discordantes se filtraba en su mente, alimentando su inquietud.

Carolina llegó a la plaza principal del pueblo y encontró un grupo de sombras moviéndose en el centro. Las figuras oscuras danzaban en círculos, sus cuerpos retorcidos y sus risas llenas de maldad. Conforme se acercaba, pudo distinguir sus rostros distorsionados y ojos desprovistos de alma. Eran los espíritus atrapados en la Noche Eterna de San Vicente.

Intrigada y aterrada por igual, Carolina siguió a las sombras hasta el antiguo cementerio del pueblo. Las tumbas se erguían como guardianes silenciosos de los secretos oscuros del pasado. Entre las lápidas, Carolina descubrió una inscripción grabada en una piedra antigua: “La Noche Eterna, una maldición que se despierta”.

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En ese momento, un grito rasgó el aire y Carolina se giró para ver una figura encapuchada acercándose a ella. El hombre, con ojos enigmáticos y una sonrisa diabólica, se presentó como El Profeta. Le advirtió a Carolina que su investigación no solo desenterraría la verdad, sino también liberaría un mal antiguo que amenazaría a todos en San Vicente de la Barquera.

Incapaz de resistirse a la llamada del misterio, Carolina continuó con su investigación, enfrentando cada vez más horrores a medida que profundizaba en la historia del pueblo. Descubrió que, hace siglos, un culto siniestro había invocado a

una entidad oscura durante la Noche Eterna, desatando una maldición que condenaba a San Vicente cada cien años.

La noche eterna se avecinaba y la oscuridad se volvía más opresiva. La gente del pueblo, poseída por el terror, se resguardaba en sus hogares mientras los espíritus vengativos acechaban las calles. Carolina se dio cuenta de que debía encontrar una manera de romper la maldición antes de que fuera demasiado tarde.

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Guiada por su determinación y la ayuda del Profeta, Carolina desenterró los secretos más oscuros del culto y descubrió un antiguo ritual que podría detener la Noche Eterna. Convocó a los pocos valientes que aún quedaban en el pueblo y los llevó al antiguo templo donde se originó la maldición.

Bajo la luna llena, Carolina y los aldeanos desataron una batalla épica contra los espíritus malignos. Enfrentaron pesadillas vivientes y sombras retorcidas en una lucha desesperada por liberar a San Vicente de la Barquera de su eterno tormento.

Finalmente, con el último aliento de su resistencia, Carolina completó el ritual y pronunció las palabras finales que romperían la maldición de la Noche Eterna. La oscuridad se desvaneció, y la luz del amanecer iluminó las calles una vez más.

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San Vicente de la Barquera respiró un suspiro de alivio, pero la experiencia dejó cicatrices profundas en la psique del pueblo. Las historias de la Noche Eterna perdurarían, advirtiendo a futuras generaciones del mal que se ocultaba en la oscuridad.

Carolina, convertida en una leyenda en sí misma, partió de San Vicente de la Barquera con el conocimiento de que a veces, incluso el más valiente de los investigadores debe enfrentar los terrores más profundos y desafiar la oscuridad para descubrir la verdad. Y así, la historia de la Noche Eterna de San Vicente de la Barquera quedaría grabada en las mentes de aquellos que se atrevieran a adentrarse en su misterio.

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Añadir locución de la historia justo aquí 

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