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Detectado grupo de WhatApp donde se comparten desnudos de mujeres de Cantabria

29 de noviembre de 2025
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CASTRO URDIALES ESTALLA: UN FANTASMAL “CLUB DIGITAL” DE HOMBRES SACUDE AL MUNICIPIO

En Castro Urdiales ha explotado una bomba social que nadie vio venir. Un susurro anónimo, una denuncia enviada a varias asociaciones feministas y unos carteles clavados en las calles del municipio han destapado lo que podría ser —según la acusación— uno de los episodios más turbios y denigrantes de los últimos años.

La acusación señala la posible existencia de un grupo de WhatsApp con cerca de un centenar de hombres, supuestamente dedicado a compartir fotografías íntimas de mujeres sin su permiso.

Un círculo digital que, de confirmarse, convertiría el municipio en escenario de un caso estremecedor de violencia machista tecnológica.

EL AYUNTAMIENTO SE ENTERA POR LA CALLE

El Ayuntamiento no recibió denuncia directa, pero el escándalo venía rugiendo desde las redes sociales. El jueves, los carteles aparecieron pegados en muros y farolas como si alguien hubiese querido gritar lo que llevaba semanas susurrándose.

La concejala de Igualdad, Leticia Mejías, lo calificó sin rodeos: “hechos gravísimos”. De inmediato informó a la Guardia Civil, aunque fuentes del instituto armado se limitaron a decir que no han recibido denuncia formal. Nada más. Silencio institucional y un pueblo ardiendo de preguntas.

EL RELATO QUE PRENDE LA MECHA

Según el escrito difundido en el municipio, todo habría comenzado cuando un vecino de Castro —identificado sólo por un nombre de pila— inició una relación con una joven en situación vulnerable.

Ella habría accedido, bajo un acuerdo explícito, a permitirle tomar fotos íntimas solo para uso privado, un pacto que —según la acusación— él rompió sin miramientos.

La joven habría descubierto, accidentalmente, en el móvil del hombre un grupo formado por 94 integrantes compartiendo imágenes de mujeres, parejas, amantes o contactos, sin consentimiento alguno. Entre esas imágenes, las suyas.

Y junto a ellas, según el relato, una colección de comentarios machistas de trinchera, tan miserables como quienes los escribían.

Sentí que me habían usado —relata en la carta—. Que habían violado mis derechos como mujer.”
Aun así, por miedo a perderlo todo, decidió no denunciar ante la policía. Pidió en su lugar a los colectivos feministas que levantaran la voz por ella. Y lo han hecho.

UN PUEBLO EN ESTADO DE CHOQUE

En Castro Urdiales el aire pesa. La indignación se mezcla con la incredulidad.Si se confirma, estaríamos ante un ejemplo de cómo la tecnología puede convertirse en un vertedero donde algunos hombres arrojan la intimidad de las mujeres como si fueran moneda de intercambio. Si no, ante una denuncia que merece claridad inmediata.Lo cierto es que el municipio exige respuestas. Y esta historia, por ahora, tiene más sombras que luz.

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