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Plaza del Ayuntamiento concurrida

En los remotos tiempos de antaño, en los misteriosos valles de Cantabria, existía una criatura legendaria conocida como El Tragu. Esta figura ancestral habitaba en las profundidades de los ríos y arroyos de la región, acechando a aquellos que se aventuraban cerca de sus dominios acuáticos.

El Tragu era descrito como una especie de serpiente gigante, con una larga y sinuosa cola que se enroscaba en el agua y una cabeza espantosa llena de colmillos afilados. Su piel estaba cubierta de escamas relucientes, reflejando los rayos del sol que se filtraban a través de la espesura de los bosques cercanos.

Este ser de la mitología cántabra tenía una habilidad sobrenatural: la capacidad de estirar su cuello hasta alcanzar grandes distancias, como si se tratara de un resorte elástico. Era gracias a esta característica única que El Tragu podía atrapar a sus presas desprevenidas, incluso cuando estas creían estar a salvo en la orilla.

El Tragu esperaba pacientemente sumergido en las aguas cristalinas, acechando a los incautos viajeros que se acercaban a beber o a cruzar los ríos. Una vez que localizaba a su víctima, extendía su cuello con un movimiento rápido y preciso, envolviéndola con sus fuertes mandíbulas y arrastrándola a las profundidades oscuras del río.

Plaza del Ayuntamiento concurrida
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Plaza del Ayuntamiento concurrida

Las leyendas cuentan que El Tragu tenía un apetito insaciable y se alimentaba principalmente de animales, pero en raras ocasiones también se atrevía a devorar a los seres humanos que se aventuraban demasiado cerca. Los cántabros, conscientes de su existencia, aprendieron a temer y respetar las aguas que custodiaba este terrorífico ser.

Se decía que solo existía una forma de escapar de las garras mortales de El Tragu: ofrecerle un tributo en forma de alimentos o bienes de valor. Aquellos que dejaban una ofrenda en la orilla antes de cruzar el río podían obtener un salvoconducto seguro, permitiéndoles pasar sin ser molestados por la temible criatura.

El mito de El Tragu ha perdurado a lo largo de los siglos, transmitido de generación en generación por los habitantes de Cantabria. Aunque hoy en día se considera una historia fantástica, su recuerdo evoca el respeto ancestral que se tenía por la naturaleza y las aguas salvajes que conforman la belleza natural de la región.

Aunque no se ha registrado ningún avistamiento reciente de El Tragu, la leyenda perdura como un recordatorio de la conexión profunda entre los seres humanos y los misterios de la naturaleza. En los arroyos y ríos de Cantabria, se dice que todavía se pueden escuchar los susurros lejanos de aquel temible ser, recordándonos que siempre debemos mostrar humildad y precaución ante los poderes indomables de la madre naturaleza.

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Añadir locución de la historia justo aquí 

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